El atropello de Ever

JUGADOR estupendo, Ever Banega llegó a España adjuntando un vídeo en el que se le veía moviendo con soltura la palanca de cambios, algo que hizo prever espectáculo en la mejor Liga del mundo. Ello propició que los aficionados fueran a YouTube a ver quién era Banega no buscando sus mejores regates, como se suele, sino sus mejores manolas. Tal cima creímos que no iba a ser superada nunca, pero hace unos días Banega paró a repostar, olvidó poner el freno de mano y al salir el coche disparado se le ocurrió ponerle la zancadilla quién sabe si con la esperanza de que el Audi cayera dando una vuelta de campana. Una vieja tradición de la Historia es subestimar lo alemán, algo que siempre desemboca en tragedia. De lesiones famosas sabíamos en España que a Cañizares se le había caído el frasco de colonia (no fue al Mundial, pero qué bien le olían ese verano los pies), y desde entonces todo el mundo lleva mucho cuidado porque peor que una temporada de baja es una vida de vacile. Puede olvidarse uno de poner el freno de mano, que ya tiene que costar trabajo olvidar algo así en pendiente, pero para querer frenar un coche metiendo el pie casi sale mejor tratar de pararlo con la mirada. A Banega en los seis meses de baja y con el dinero que tiene le da tiempo a fundar una cadena de autoescuelas. A Banega, jugador cartesiano de pase limpio, morocho juvenil y gayolero, nos lo sacan de la alineación con el susto en el cuerpo. A Banega lo ha atropellado su propio coche, como si a Kitt le hubiera dado un telele. Definitivamente las gasolineras nos están dejando sin nuestros mejores hombres.